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de que no me perjudique en nada. Hacerlo no me será dificil; es tan tonto!. ....

Llegó al hotel y encerrándose en su habitacion se puso á reflexionar.

Largo rato despues tomó un libro y leyó, sin preocuparse de otra cosa. Asi pasaron las horas cuando Dupont, cerrando el libro de pronto, lanzó un juramento.

— ¡He olvidado decirle que vivo aquí! exclamó. Habrá ido al Frascati y Francisco le habrá dicho que estoy en el Rosario! Quizá sea tiempo aún.

Y tomando el sombrero dirijióse á toda prisa hácia el hotel , para remediar su falta en lo que fuese posible. Pero en ese mismo momento llegaba Lindoro al Frascati.

— Armando Dupont? preguntó.

— Está en el Rosario, señor, respondióle el mozo.

— Como así?

— Es la verdad, no ha vuelto aun.

— Pero si está. en Buenos Aires!

— El señor se equivoca. Don Armando tiene aun alquilado su cuarto aquí, y en cuanto vuelva no

dejará de venir á habitarlo.