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Por otra parte aun no estaba bien seguro de que él fuera el autor de la noticia.

En aquel momento se le ocurrió que podia probar su inocencia, y llamó á Dolores.

— ¿Qué desea Vd? preguntó esta al entrar.

— Puedo encontrar una prueba de que no he sido puesto en prision, dijo el jóven.

— ¿Cuál?

— Siéntese Vd. primero, y hablemos despacio.

Dolores obedeció.

— ¿Qué prueba es esa? preguntó nuevamente.

— Ir á la comisaria señalada en ese suelto y pedir que declaren que no he sido yo el individuo llevado allí.

— Y cómo lo harán?

— Creo que tienen un libro de entradas, en el que anotan todos los arrestos.

— Si ¿pero anotan tambien las señas particulares de cada una de las personas llevadas allí?

— Me parece que no.

— Entonces ...

— Como no ha pasado tanto tiempo, recordarán que el individuo en cuestion llevaba otras señas. Además creo que no hay mas Ernesto Gonzalez