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cho Dupont, ese hombre que ódio, porque es un miserable.

Había en su voz un timbre sonoro, que demostraba su íntimo contento.

Dolores dejó escapar una exclamacion.

Tenia dos motivos para alegrarse.

Primero: la prueba de que Ernesto no era culpable.

Segundo: la alegria de la jóven, clara muestra de que Gonzalez no le era de ningun modo indiferente.

Don Miguel sonreia.

El semblante de Manuela estaba radioso.

Dolores tenia ganas de reir y llorar al propio tiempo.

Solamente Ernesto temblaba de emocion. Al verse rehabilitado, no sabia que partido tomar, si alegrarse ó entristecerse.

Durante largo rato, aquellas cuatro personas que volvian á la amistad de otros tiempos, no pronunciaron una sola palabra. Por fin don Miguel rompió el silencio.

— Sentémonos, dijo.

Todos se sentaron maquinalmente.

— Asi pues, continuó el anciano, dirijiéndose á Ernesto, ese jóven Dupont es el autor de la noticia en

que tan mal se hablaba de usted?