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— Este Armando! decia entre dientes. Me ha hecho ir á buscarlo para hablar de tonterías, para decirme que renuncie á Manuela. ¡Vaya! ¡vaya! Entre tanto he perdido la funcion!....

Despues de un instante de silencio:

— Me parece que Armando tiene razon, prosiguió. La muchacha no es tan bonita que digamos.... y luego es.... así no mas.... Yo ocupo una posicion en la sociedad y ella al fin y al cabo es una bordadora.... ¡La bordadora! como si dijéramos la que hace zapatillas para el que las desea. ¡No me caso, ni pretenderé hacerlo! ¡Qué más quisiera ella! ¡Rebajarme hasta ese punto! No, no!.... He sido un tonto!

Y caviló durante un momento.

— Sí, dijo por fin. Eso es! Bien pensado! La enviaré un billete citándola para cualquier parte. Pero, se me ocurre: Yo no puedo firmar ese papel ¡me comprometería!.... ¡Otra idea! ¿Si le enviara dinero, mucho dinero junto con la carta? ¡Eso es! Así comprenderá que soy una persona de posicion!...

Estaba frente al teatro; cesó en su monólogo y entró á él. La ópera iba ya á terminar.

¡Pobre Manuela! ¡Nunca sospechaste que hubiera