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gundo grado, con estrella. Esta condecoración sólo se concede a los extranjeros; pero, para mí, se ha hecho una excepción. Si he de decirle a usted la verdad, es un favor que no me esperaba.

Sonríe lleno de satisfacción, y espera que Gromov le dé la enhorabuena. Pero éste contesta tristemente:.

—Yo no entiendo de eso.

—¿Sabe usted—continúa el antiguo empleado de correos—, sabe usted cuáles son mis aspiraciones?—Y guiñando maliciosamente los ojos, añade:—¡Aspiro a la orden de la Estrella Polar! La cosa vale la pena; es una orden muy rara: cruz blanca y banda negra. Hermosísima. Ya verá usted, ya verá usted cómo me salgo con la mía.

La vida en aquella casa es muy monótona. Por la mañana, todos los enfermos, con excepción del mujik, se lavan en el vestíbulo, en un tonel lleno de agua, y se enjugan la cara con los extremos de la bata. Después beben el té que les dan en tazas de plomo. Sólo hay derecho a una taza. A mediodía, comen una sopa de col y un plato de cereales. Por la noche, cenan los restos de la comida. Y en los intervalos, los enfermos están acostados, se duermen, se ponen a ver por las ventanas o se pasean de un rincón a otro de la sala.

Así transcurren todos los días. El antiguo empleado de correos habla siempre de las mismas condecoraciones.

Raro es ver caras nuevas en la sala número 6. El doctor no recibe ya más locos, y las visitas son muy