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HISTORIA DE MARRUECOS

memorables palabras: «No: en mis días no será esto. Yo he aprobado la guerra porque es justa y provechosa á mis vasallos. He aprobado también que antes de hacerse vaya un explorador, porque esto se acostumbra y es forzoso algunas veces para emprenderla con acierto; pero jamás consentiré que la hospitalidad se vuelva en daño y perdición del que la da benignamente. Con Dios y con el mundo sería yo responsable de tal hecho, siendo un agente mío quien habría obrado de esa suerte.» Inútiles fueron después de estas palabras las observaciones del favorito; el rey se mantuvo firme, y hubo que disponer apresuradamente que se deshiciese lo hecho. Entonces Badía, pretextando el deber de los buenos musulmanes de ir en peregrinación á la Meca, se despidió del sultán, á pesar de los esfuerzos que éste y su hermano Abdsulem hicieron para detenerle, y no sin excitar ya serias sospechas, salió del imperio y continuó su viaje científico al Oriente. No es fácil decidir hoy si era ó no un sueño el proyecto de Godoy y de Badía; pero lo más probable es que lo fuese. Al ver de repente á los cristianos en su territorio los moros, habrían tomado en tropel las armas para defender á su soberano, y éste poseía todos los medios para excitar su fanatismo con sus conocimientos extensos en la teología musulmana, y la regularidad religiosa de su conducta. Sidi-Hescham, ó habría sido abandonado ú obligado á contentarse con el Sus; Badía no habría tardado en ser aborrecido más que el tiempo necesario para persuadirse de su fingimiento y alevosía; y las tropas españolas, lanzadas á deshora sobre el continente africano, no podrían haber obtenido en él más que sangrientos y estériles frutos. Acaso, pues, la bondad de