Esta página ha sido corregida
— 205 —
XXI
PEDRO SEGOVIA
Nunca había conocido yo un hombre mejor que mi nuevo amo. Además de poseer un carácter bondadoso, era tan recto como Juan Carrasco, y estaba siempre tan alegre y de buen humor, que nadie podía reñir con él.
Enrique era inteligente en el trabajo de la caballeriza, como pudiera serlo un muchacho de mucha más edad, y siempre estaba dispuesto á hacer cuanto podía.
Paulina y Dora acostumbraban venir todas las mañanas á ayudarlos, ya cepillando y mullendo los almohadones del coche, ya limpiando los cristales, mientras Juan me pasaba la almohaza en el patio, y Enrique daba lustre á los arneses. Hablaban y reían los cuatro constantemente, y esto nos levantaba el espíritu á Capitán y á mí.