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Página:Azabache (1909).pdf/218

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Yo le dije que suponíamos había tomado otro ya, y me contestó que así era en efecto, porque habías rehusado ir los domingos; pero que, habiendo probado otros coches, sin hallar ninguno tan cómodo y tan limpio como el nuestro, ni verse tan bien servida como por ti, había resuelto volver á ocuparte.

Paulina estaba contentísima, y Perico se sonrió al verla así.

-Tenías razón, mujer, como siempre la tienes. Vé y prepárame la cena, mientras yo desengancho á Juanillo y lo arreglo para que pase una buena noche.

Desde entonces, la señora de Bárcenas siguió ocupando el coche con tanta frecuencia como antiguamente, aunque no en los domingos; pero llegó uno de éstos en que tuvimos que trabajar, y voy á decir por qué.

Habíamos llegado por la noche, muy cansados, y contentos al mismo tiempo pensando que el día siguiente sería todo entero de descanso, cuando se nos acercó Paulina, diciendo:

-Querido Perico, la pobre Sara Moreno ha recibido una carta en que le anuncian que su madre está gravemente enferma, y que si quiere verla viva no debe perder un momento en ponerse en camino. El lugar donde vive está á diez millas distante de aquí, en el campo, y si va por