ches y caballos que alquila á los cocheros. Tú, aunque según veo, estás también en el oficio, no lo pasas mal, y de ello me alegro mucho, pero no puedes imaginar lo que es mi vida. Cuando me encontraron tan destruida, dijeron que no valía el dinero que habían dado por mí, y que tenía que ser dedicada á los coches que se hallaban en peor estado, y sacar de mí lo que pudieran. Esto es precisamente lo que están haciendo, dándome incesante trabajo y castigo, sin pensar en mis sufrimientos. El cochero que me trabaja ahora paga al dueño una cantidad exorbitante todos los días, y necesita sacarla de mí; de modo que aquí me tienes trabajando sin descanso, hasta en los domingos.
-Pero recuerdo que acostumbrabas defenderte cuando eras maltratada-le dije.
-¡Ay! amigo-me contestó ;-lo hice en un tiempo, pero es inútil; los hombres son más fuertes, y si son crueles é inhumanos, no nos queda otro remedio que aguantar y sufrir hasta que llega nuestro fin, que ojalá llegara pronto para mí, pues te aseguro que deseo morir para descansar. Lo probable es que cualquier día caiga muerta en mi trabajo.
Me afligí sinceramente al oirla, y aproximé mi cabeza á la suya, pero no pude decirle nada