Página:Azabache (1909).pdf/286

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
— 282 —

pezó á reconocerme todo minuciosamente, hablando consigo mismo.

—Una estrella en la frente, calzado de la mano izquierda, el nudito en el cuello y este lunar blanco junto á la cruz... ¡tú eres Azabache! ¡Azabache! ¿no me conoces? ¿no te acuerdas del pequeño José Contreras, que por poco te mata?— y me acariciaba sin cesar, dando muestras de la mayor alegría.

Yo nunca hubiera podido reconocerlo, pues estaba hecho un arrogante joven, con patillas negras y la voz enteramente cambiada; pero cuando vi que me había reconocido, y que él era José Contreras, sentí también una alegría muy grande. Acerqué mi hocico á él, dándole á entender que quería que fuésemos amigos. Nunca he visto un hombre más complacido.

—¡Quién sería el pícaro que te puso las rodillas en este estado, mi querido Azabache! Debes haber sido muy maltratado; pero yo te prometo que, en cuanto de mí dependa, lo vas á pasar bien ahora. ¡Si te viera Juan Carrasco!

Por las tardes me enganchó en un carruajito de mimbre, y me llevó á la puerta. La señorita Elena me iba á probar, y él iba á acompañarla. Noté en seguida que sabía guiar muy bien, y la oí celebrar mi paso, así como todo lo que José