Página:Azabache (1909).pdf/59

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
— 55 —

que ya tenían bastante. No son malos muchachos, ni se gozan en ser crueles; yo les tengo afecto; pero tú comprenderás que necesitaba darles una lección. Cuando me trajeron adonde estaba Jaime, y le contaron lo ocurrido, éste manifestó gran disgusto al ver aquellas gruesas varas, diciéndoles que parecían más propias de boyeros ó de gitanos, que de jóvenes caballeros.

—Si yo hubiera estado en tu lugar —dijo Jengibre,— la lección hubiera sido un poco más dura.

—No lo dudo —contestó Alegría;— pero yo no soy tan tonto, para dar un disgusto á mi amo, ó hacer que Jaime se avergonzase de mí. Precisamente el otro día oí que el primero decía á la señora de Campoflorido: «Señora mía, esté usted completamente tranquila respecto á sus hijos, pues mi vieja jaca Alegría cuida de ellos tan bien como pudiéramos hacerlo usted ó yo; es un animal de tan buen carácter, y tan digna de mi confianza, que no lo vendería por ningún dinero.» ¿Crees que puedo ser ingrato hasta el punto de olvidar el buen trato que he recibido en esta casa durante cinco años, y la confianza que tienen depositada en mí, volviéndome falso, sólo porque un par de muchachos ignorantes me traten mal? De ninguna manera; tú no sabes lo que es una buena casa, porque nunca te