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del desalmado y de la crueldad más refinada; pero, en: cambio, era también «casi» tan valiente como su jefe y arriesgado y astuto como el que más. Palomino lo creyó su hombre y por ende lo hizo su segundo.

Después venia, como prenda de valor, un tal Juan Sán- chez, gitano, nacido en el pueblo de Palomino, que fuera torero y que, como á su jefe, lo mandaron á tierras de In- dias, porque en vez de «ponerle» una estocada al bicho se la enderezó á un compañero que le tenia tirria; pero, por equivocación, como él decía. En cuanto llegara á las prisiones del Cerro, como Palomino, se escapó de ellas, lle- vándose, «por equivocación» también, los fusiles y escope- tas, con todas las municiones, que hallara á mano.

En cuanto á Juan de la Rosa Suárez, que fuera hijo de una familia de «bien,» contaban que se había «desgracia- do» con una joven, por celos, y, una vez «desgraciado,» no había por dónde agarrarlo, sin que destilara alcohol y san- gre... de otros.

A José Fernández lo conoció Palomino en su pulpería, la que cerró por ir los negocios á menos. De alli pasó á capataz de una estancia de la que tuvo que huir por haber amanecido su patrón asesinado y robado en cuanta plata y «pilches» tenia. El pobre aseguraba que era ignorante de aquel acontecimiento, pero que por no verle la fea cara á la justicia tomó... las de Villadiego.

Lo que es de Pedro Mereles se decía que antes de «en- rolarse» en la cuadrilla de Palomino sólo habla hecho una bicoca: la modestísima hazaña de «tomarse» los cálices de la Matriz, cuando fuera en aquella Santa Catedral sacris- tán provisorio, lo que, por las leyes que regian, habia in- currido en la mayor de las penas... ¡Pues ahí es nada.!.., ¡los cálices!.., ¡robo sacrilego!.. ¡Vade retro, Satanás! . ¡A la horca con él!..

Desertores del Fijo eran Antonio Pintos, Manuel de la Cruz, Jacinto Viera, criollos de «pura raza,» que al dejar la atareada vida de la milicia, se llevaron como Juan Sán- chez, por lo que pudiera acontecer y no por equivocación, sus armas y las de otros y que quieras que no, al sargento