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Convento de D. Juan Gil del Barrio, uno de los Comisionados de los espresados cinco grémios,y de otras personas piadosas, rompiendo por entre los peligros y venciendo á cada paso un tropiezo, entraron al tercero dia, que fué el primero de agosto, á la pieza en que, con alientos muy quebrados, halláron postrado en su lecho al miserable Religioso, de donde sacándolo casi exánime, y recibiendolo caritativamente en su rancho los individuos de los mismos grémios, se encomendaron de su cuidado y se empeñaron todos en su curacion, tanto que ya se habian concebido grandes esperanzas de su remedio; mas aunque no logró el beneficio de la sanidad, logró el de los auxilios espirituales y corporales, en una muerte pacífica y tranquila, á los diez dias.

De estos y otros beneficios, que en ocasion tan oportuna debieron á la piedad del Sr. Oidor Villarrassa, nuestros Religiosos, conservarémos perpétuamente indeleble la memoria, para recordar los afectos de nuestra gratitud y pedir incesantemente á Dios, que en galardon de estas obras de piedad con que, imitando los ejemplos de aquel Varon esclarecido, Tobìas el anciano, dió el sustento á los necesitados y sepultura à los muertos (Tob. 1. 20.), lo colme, como à él, de felicidades, prosperando en esta vida y en la eternidad sus dias.

No fueron menos loables, en tan dolorosa estacion, los oficios y desvelos con que el Noble Ayuntamiento de la angustiada República de Guatemala y sus dos Alcaldes ordinarios, D. Eelipe Rúbio y Morales, de primera nominacion, y D. Miguel de Eguizábal, de segunda, atentos al glorioso timbre de Padres de la Pátria, que los condecora, acreditáron con cuanta razon merecian serlo, pues negándose al cuidado de sus propios intereses, se dedicaron â procurar el alivio de tantos males y á solicitar de todos modos la felicidad pública, con tanta actividad y empeño, que aplicaron á este fin sus caudales y sus personas, impendiendo de aquellos grandes sumas en los abastos de carne, con que se ocurrió en los pri-