Página:Camaña Raquel. El prejuicio sexual y el Profesorado en la Facultad de Filosofía y Letras.pdf/21

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
595
EL PREJUICIO SEXUAL Y EL PROFESORADO

Así se planteari humanamente el problema de los sexos ante el cual todos se han perdido en discusiones de detalles sociológicos, económicos, religiosos ó absurdamente igualadores, cuando no se trata de una cuestión de antagonismo sexual sino, por el contrario, de completar, en la pareja humana, al ser humano.

En cuanto a los jóvenes, es indispensable basar esta educación en un estudio profundo de la herencia morbosa, insistiendo fundamentalmente sobre las enfermedades venéreas, sobre su trasmisión y consecuencias.

Haciendo un llamado a la poderosa inteligencia práctica del hombre, se estudiarán los mejores medios tendentes á suprimir las taras sociales, los atentados á la ley natural, mal llamados «males necesarios»: la prostitución y su derivado, la sifilización de la raza humana.

Despertando el orgullo de vivir, tan natural en la juventud, se le hará palpar cuánta miseria, cuánta degradación, cuánta animalidad se encierra en la compra del placer.

Educando su voluntad, la psicología le demostrará que el apetito sexual no es incoercible, que el dominio de sí mismo es la base de la salud; que no hay tal fatalismo en el amor; que la irresponsabilidad del hombre ó de la mujer tienen un solo nombre: cobardía.

Generando el sentimiento de la responsabilidad, se le hará comprender que, si es criminal el abandonar al hijo, es tanto más criminal el contagiar á la madre una enfermedad venérea ó el acentuar en el hijo la degeneración física ó mental del padre.

Se le hará aceptar teóricamente, en absoluto, que, para que el acto sexual reuna todas las condiciones que exigen la moral y la higiene, el interés de la especie y de la sociedad, es necesario que sea, en lo posible, libre y voluntario; libremente deliberado; reflexiva, voluntariamente llevado a cabo; voluntariamente aceptado con sus riesgos y con sus consecuencias, con sus responsabilidades y con sus deberes.

Y la ley, que es á las costumbres lo que la verdad es á la experiencia, sancionará estrictamente todas las respon-