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CAPITULO VIII
Una sorpresa agradable.


Tocaba à su fin el año de 1854.

Los bandidos Hilario Lagos, Costa, Lamela y otros pisaban el territorio del Estado, acaudillando un bando de forragidos, con las miras siniestras de restablecer en Buenos Aires el sistema Sangre.

Algunos batallones salian de la ciudad para incorporarse al bravo general Hornos, que debia figurar como general en gefe del Ejército de operaciones, contra los marhorqueros invasores.

Mercedes, alarmada por los preparativos bélicos que tenian lugar tanto en la ciudad como en la campaña, se habia establecido de nuevo en la ciudad.

Camila, seguia en el mismo estado de enagenacion mental.

Arturo, viendo que sus pesquisas por Cárlos eran inutiles y desesperado ya de hallarle, habia aceptado la invitacion que Mercedes le dirigiera de acompañarla algun tiempo en su paseo campestre,