estos los padrinos de aquellos y aquellos los de estos.
Una mesa espléndidamente servida, esperaba ser honrada por los nuevos esposos y sus amigos.
Empezaba Mercedes á hacer los honores de la mesa, cuando se oyeron, salvas, cohetes y estrepitosos repiques de campanas.
Arturo salió corriendo á la calle y un momento despues entró gritando.
—¡Una copa á la salud del bravo General Hornos! La mashorca acaudillada por Lagos ha sido derrotada completamente en los campos del Tala y ha huido cobardemente á la provincia de Santa-Fé!
—¡A la salud del General Hornos! gritó Cárlos.
—¡Viva! gritaron todos.
—Señores: dijo Mercedes, en este dia feliz es muy justo que los novios paguen un tributo á las nueve ninfas del Parnaso: propongo un brindis en verso y con pié forzado.
—Aceptado! ! gritaron todos los demas, ébrios ya de felicidad.
—Pido la palabra! gritó Arturo.
—Concedida ! digeron los demas.
—Pido que nuestro reverendo padre Anselmo, proponga el pié forzado y asi solamente quedará libre de una improvisacion.
—Apoyado por unanimidad! contestaron los demas.