—Jaime, sabes que te aprecio, y haces mal en no ocurrir á mí en tus necesidades.
—Gracias.
—Colma tu vaso y bebamos por el buen éxito de la empresa que voy á confiar á tu cuidado.
—Sin conocerla yo?
—Bebamos antes, ¡A su buen éxito!
—Por el mismo!
Chocáronse ambos vasos que fueron apurados hasta la última gota, y D. Blas dijo:
—Pues señor es el caso.... que me trae algo enamoradillo.......
—Hola!
—Una jóven preciosa como un ángel... le puse sitio á la plaza.....
—Vamos, ya comprendo, ha tenido el tal sitio el mismo resultado que tuvo el que el amigó Urquiza puso al pueblo de Buenos Aires.
—Justamente la plaza no se rinde, y para que la analogía sea mas completa, es uno de los de kepí y camiseta azul el que la defiende; pero yo antes de levantar el sitio quiero bombardearla.
—Eres bastante guerrero en tus amores, querído amigo, continúa: dijo Jaime riendo.
Te he elegido para que mandes en gefe este bombardeo, la plaza se rendirá y entonces, te daré una parte del botin, ya ves que soy generoso.
—Gracias querido, pero hay un inconveniente
—Cuál es?
—Que ando como sabes mas pobre que las