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tes de un mes no han caido Cárlos y la maldita costurera bajo el mismo puñal con que he degollado docenas de salvages unitarios!

Era tal la fuerza de la maldad que se encerraba en el alma del mashorquero, que lo hacia sobreponerse á los atroces dolores de su herida, desterrando la fiebre que en tales casos se posesiona del enfermo.

—Este pobre hombre está delirando, dijo uno de los vecinos.

—Asi parece: contestó el otro; por sus palabras juzgo que habrá sido perseguido por Rosas el año 40. Ya ves que habla de degüello y de salvages unitarios.

—Puede ser compañero; pero segun las apariencias y el modo como está arreglado el cuarto este, parece que en vez de haber sido perseguido ha sido perseguidor.

—No debemos juzgar nunca por las apariencias y á mas de esto yo te aconsejo que sean cuales sean tus creencias en este caso te calles la boca, yo por mi parte haré lo mismo; pues aunque el Restaurador anda por Inglaterra, el miedo á la mashorca anda todavia en mi corazon.

Los dos vecinos fueron á sentarse al lado del lecho del herido.

—Ha venido Manuel? preguntó Aguilar.

—Que Manuel señor? dijo uno de los vecinos tocando con el codo al otro, que tambien creyó que Aguilar preguntaba por D. Juan Manuel.