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III
OTOÑO.


A Antonio de la Peña y Reyes.


Los soplos de los vientos otoñales
las espigas de oro balancean,
y ansiosos y voraces picotean
sus ya maduros granos, los zarzales.

Conviértense los prados en eriales,
las nubes se desgranan y gotean,
y cuajados de pomas, cabecean
en el umbroso huerto los frutales.

¡Oh pródiga estación, en que corona
Otoño con sus frutas sazonadas
la frente pensativa de Pomona!

¡Oh imagen de mis íntimas angustias,
caen mis ilusiones marchitadas
como miro caer tus hojas mustias!