Página:Cantico de Navidad.djvu/106

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Scrooge se humilló ante la reprimenda del espíritu, y temblando bajó los ojos. Pronto los levantó oyendo pronunciar su nombre.

—¡Ah, Mr. Scrooge! dijo Bob; bebamos á la salud de él, puesto que le debemos este humilde festín.

—¡Buen principal está! exclamó Mrs. Cratchit roja de cólera; quisiera verlo aquó para servirle un plato de mi gusto. Buen apetito habia de tener para comerlo.

—Querida mia, dijo Bob; los hijos... la Navidad.

—Se necesita que nos encontremos en tal dia para beber á la salud de un hombre tan aborrecible, tan avaro, tan duro como Mr. Scrooge. Ya sabeis que es todo eso. Ninguno lo puede decir mejor que vos, mi pobre marido.

—Querida mia, insistió dulcemente Bob, el dia de Navidad...

—Beberé á su salud por amor á vos y en honra del dia, mas no por él. Le deseo, pues, larga vida, felices Pascuas y dichoso año. Hé aquí con qué dejarlo bien contento, pero lo dudo.

—Los niños secundaron el brindis, y esto fué lo único que no hicieron de buena gana en aquel dia. Tiny bebió el último, pero hubiese dado su brindis por un perro chico. Scrooge era el vampiro de la familia: su nombre anubló la satisfaccion de aque-