á lo largo y á lo ancho, entregado á la mayor desesperacion. Scrooge se volvió al espectro, y moviendo con aire melancólico la cabeza, lanzó una mirada, llena de ansiedad, á la puerta.
Esta se abrió dejando penetrar á una niña de menos edad que el estudiante, la cual, dirigiéndose como una flecha hácia él lo apretó entre sus brazos, exclamando:
—«Hermano querido.
—«Vengo para llevarte á casa, continuó, dando palmadas de alegría y encorvada á fuerza de reir; para llevarte á casa, á casa, á casa.
—¿A casa, Paquita?
—Sí, contestó ella, á casa; ni más ni menos; y para siempre, para siempre. Papá es ahora tan bueno, en comparacion de lo que era antes, que aquello se ha trocado en un paraiso. Hace pocas noches me habló con tan grande cariño, que no vacilé en solicitar otra vez que vinieras á casa, y me lo concedió, y me ha enviado con un coche para buscarte. Vá á ser un hombre, continuó la niña abriendo desmesuradamente los ojos: no volverás aquí, y por de pronto vamos á pasar reunidos las fiestas de Noche Buena de la manera más alegre del mundo.
—Eres verdaderamente una mujer, Paquita, exclamó el jóven.
Ella volvió á palmotear y á reir. Luego trató de acariciarle, pero como era tan pequeña,