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en su casa le habria sido de un estorbo aterrador.

¿Qué seria de ella si Lanza llegaba á imponerse de su conducta?

Desde que Lanza se convirtió para ella en una dificultad peligrosa, Anita empezó á cobrarle fastidio, pero no se atrevió á dejárselo entender.

Así, le significó que aquella noticia de su nueva ocupacion la hacia feliz y que lo único que sentia era que fuese á demorarlo mucho tiempo ausente de su lado.

Al dia siguiente y lleno de las mayores ilusiunes, Lanza se fué á casa de la familia de Lima, donde exhibió sus cartas de recomendacion, que siendo del agrado de la familia, fuéron aceptadas en el acto y tomado sin mas trámite el cochero César Parodi, cuyo aspecto señoril y agradable la habia contentado mucho.

Aquel mismo dia se le entregó la volanta con todos sus accesorios y se le pidió para la tarde.

Lanza ató, vistió una elegante librea que le daba un magnífico aspecto, y á la tarde estaba con la volanta parada á la puerta de sus nuevos patrones.

La familia paseó aquella tarde por la calle Florida y por Palermo, quedando sumamente satisfecha del nuevo cochero.

Nunca habia tenido uno tan práctico y de educacion tan esmerada.

Felizmente para Lanza, la familia no le pidió la volanta para la noche, sabiendo con verdadera alegría que sus patrones no salian de noche con frecuencia.

Solo lo hacian para ir al teatro y esto mismo no siempre.

Despues que acomodó caballos y arreos con la mayor prolijidad, se vistió el elegante traje con que se habia presentado en la casa, y despues de pedir órdenes para el dia siguiente, se fué al lado de Anita á la que no habia visto todo el día.

Esta habia pasado todo el dia ocupada en sus paseos y aventuras galantes, pero Lanza no podia sospechar nada de esto, pues lo que mas léjos estaba de su espíritu, era que Anita pudiera serle infiel.

La acarició con toda su alma y se entretuvo en contarle las exigencias del escritorio donde habia entrado.

Ella lo escuchaba atentamente para no darle que sospechar y aplaudiendo cuanto le decia.

—Tendremos que vivir con ménos holgura un poco de tiempo, pero como esto es en beneficio del porvenir, nada debe importarte.

Yo te prometo que en dos meses de mi nuevo trabajo habremos logrado establecernos.

Lanza queria engañar así el espíritu de su bella, contando con que en dos meses su buena estrella le deparase alguna fortuna imprevista.

Contrató con el hotel donde siempre habia comido que mandaran una pension á su casa y entregado por completo al amor de Anita, se consideró completamente feliz.