Página:Carlo Lanza - Eduardo Gutierrez.pdf/117

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido validada
— 117 —

llanto porqué él era la prueba de que habia herido á Anita en la llaga.

Y como quien dá un golpe de gracia, al dejar á Anita en la puerta de su casa, le dijo:

Como tú comprendes, yo no puedo estar ocupando un sitio inferior al de un cochero y estar espiando siempre para aprovechar sus descuidos.

Por mas que te quiero, no puedo seguir ocupando un rol que rebaja mi dignidad ante tus propios ojos, y es preciso que te resuelvas cuanto antes sobre lo que has de hacer.

Mañana yo vendré á buscarte á la hora habitual, teniendo ya tomada una pieza en algun hotel de campaña, en Belgrado ó Flores, miéntras te arreglo un apartamento en la ciudad.

Si has de darme la preferencia y te has de venir conmigo, tienes todas las cosas arregladas que has de llevarte.

Si has de seguir siendo la amante de un señor cochero, me haces una seña y todo quedará concluido entre nosotros.

Yo te quiero mucho y demasiado te lo prueba mi conducta, pero mi cariño no puede llevarme nunca á hacerme despreciar de tí misma, por lo mismo que te quiero.

—Ahora no quiero decidir nada, respondió Anita sollozando, porqué estoy aturdida como nunca lo he estado.

Mañana cuando vengas te contestaré.

Ahora necesito llorar, necesito desahogarme, porqué lo que me pasa es demasiado duro.

Anita se quedó en su casa llena de tristeza, miéntras el jóven se retiraba contento y feliz.

Comprendia que habia triunfado de una manera definitiva en el corazon de la jóven, no solo por el lado del amor sinó por el lado de las conveniencias tambien.

A pesar del amor que Lanza podia tener sobre Anita, á pesar de su físico hermoso, ¿qué cariño podria quedar á Anita por un pobre cochero que no tenia mas que un sueldo miserable, miéntras que él era rico y lleno de ventajas para la jóven, que hacia ya como un mes que era feliz gozando de comodidades porqué él podia proporcionárselas?

Tan no tuvo duda respecto á su triunfo, que aquella misma noche compró una porcion de aquellas chucherías que son tan agradables á una mujer jóven y coqueta.

Y á la mañana siguiente se fué al hotel Watson en Belgrano, y tomó un apartamento que llenó de flores y perfumes.

Allí podria estar Anita régiamente alojada, hasta que él le arreglase en la ciudad una casita á propósito.

Entre tanto, como era natural que Lanza en los primeros momentos buscara á su amante en la ciudad, en Belgrano estarian ocultos y léjos de sus sospechas.

Porqué el jóven tenia miedo de vérse envuelto en un escándalo, provocado por un cochero en demanda de su amante robada por él.

Era preciso evitar el escándalo á toda costa y no habia otro medio de evitarlo que ocultándose donde Lanza no pudiera dar con ellos en los primeros momentos.