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De allí podia mirar la gente que pasaba en los carruajes en direccion á Palermo, sin ser vista de nadie.

La música de los batallones me distraeria tambien de mi tristeza, porqué yo, sin saber por qué, estaba triste como si me hubiera sucedido una gran desgracia.

Parecia que una mano inmensa me hubiese agarrado del medio del pecho y me apretase el corazon con gran fuerza.

Hacia un rato que estaba allí, cuando de pronto y sin pensarlo vine á darme cuenta de mi tristeza, causada por un presentimiento.

Y Anita rompió á llorar amargamente, costando á Lanza gran trabajo el consolarla.

Este estaba pálido y conmovido, porqué presentia ya adonde iba á parar la relacion de Anita.

—Pero, vamos á ver, balbuceó, ¿por qué estabas triste? ¿por qué lloras ahora?

—En uno de aquellos carruajes lujosos que se dirijian á Palermo, alcancé á verte, pero en el pescante, vestido de librea y como cualquiera de los otros cocheros que habia visto pasar.

No sé de donde saqué fuerzas para tenerme en pié y correr para verte mas de cerca, porqué no podia dar crédito á mis propios ojos; me parecia una ilusion aquello, creia que sería un cochero que fatalmente se te parecia.

Corrí mas á la esquina y entónces pude verte mas de cerca y no tuve ya duda de que eras tú mismo, tú mismo convertido en cochero de una familia rica.

Si no hubieras ido de librea, hubiera pensado cualquier cosa.

¡Eran tantos los jóvenes ricos que pasaban manejando sus carruajes!

Pero aquella librea maldita era la explicacion de todo; ¡tú eras el cochero de aquella familia que iba en el carruaje!

No pude dominar mi dolor, me volví á casa y me puse á llorar amargamente como me has encontrado! tenia ganas de morirme!

Y Anita siguió llorando cada vez con mas desconsuelo.

Lanza estaba contrariado, pero nada mas que contrariado.

Se habia figurado una cosa mas grave, y ademas, en su conducta, léjos de haber algo de vituperable, habia para Anita una prueba de amor, que debia halagarla profundamente.

—Voy á explicártelo todo, le dijo, y no te aflijas, que en ello solo verás todo lo que yo te amo, y todo lo que soy capaz de hacer por ti.

Nosotros estábamos en una posicion difícil, mas que dificil imposible de sostener.

Estábamos gastando lo que teníamos y yo no encontraba ninguna ocupacion en que poder ganar ni siquiera lo estrictamente necesario para la subsistencia.

Iba á llegar el momento en que el fondero no habria querido enviarnos mas de comer, y en que el dueño de casa nos habria puesto en la calle.

¿Cómo querias que yo afrontara situacion semejante y te di-