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Aquella imaginacion febril y activa se trazaba los mayores planes de riquezas, los negocios mas fabulosos y enredados, cuyo resultado era siempre una fortuna inmensa y una posicion espectable y fabulosa.

Sus condiciones de pasagero de primera clase y su buen físico vestido con buenas ropas, le granjeáron desde el primer momento la consideracion del Capitan y de los empleados del vapor, que no viéron en él mas que lo que él quiso decirles: un jóven rico que hacia un viaje de placer por América.

Lanza empezó á tomar á bordo lenguas de lo que era la América, hallando plenamente comprobados los datos que anteriormente habia recojido.

Habia á bordo pasageros que ya habian estado en Buenos Aires, que se habian enriquecido aquí, y que habian ido á dar un paseo por Italia.

A estos se prendió Carlo Lanza como sanguijuela, averiguándoles qué clase de negocios habia aquí y cuales eran los mas productivos.

Las casas de giros y de remision de dinero era las que mas llamaban su atencion, golpeando su fantasía y despertando mil diversos proyectos.

Pero esto sería mas adelante, pues tendria que estudiar su organizacion, su modo de operar y la manera de atraerse una numerosa clientela.

Esto era preciso resolverlo sobre el terreno, estudiando bien el teatro de sus operaciones y la clase de gente con que tendria que luchar.

Lo que sentia Lanza profundamente era la escasez de dinero, pues aunque él contaba con trabajar desde el primer dia de su llegada, apénas tenia el dinero que calculaba suficiente para vivir un mes, conservando el tono del rango que queria representar.

Respecto á los demas negocios no les hacia el honor ni siquiera de detenerse á pensar en ellos.

¿Qué le importaba que en almacenes y fondines se hiciese gran negocio, si sus proyectos estaban basados en las grandes empresas y en las casas bancarias?

El idioma nunca seria un inconveniente, puesto que aquí habia mucha poblacion italiana y seria con ella con la que él debia entenderse.

Se manejaría con italianos, puesto que aquí la colonia italiana era inmensa, hasta que aprendiese el idioma y demas cosas necesarias á los grandes proyectos que tenia ya en estado de gestacion.

Viendo la riqueza y los aires del capitalista paseante que traia el jóven, sus informadores se entretenian en meterle cada macanazo mas grande que el mismo vapor que los conducia.

Y él tragaba todo, no sospechando ni por un momento que todo aquello pudiera ser una broma.

—Los americanos son una especie de salvages á medio civilizar, le decian, sin malicia alguna y con una gran facilidad para soltar el dinero.