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Lanza llevaba en la cabeza un tratado vinículo que le hacia bailar alegremente las piernas.

A medio camino, Lanza encontró el mismo cupé de por la mañana que iba en direccion á Belgrano, conduciendo al mismo jóven de los dias anteriores.

Parecia cosa del diablo que siempre habia de encontrar el cupé.

Dentro iba el mismo jóven, que al verlo regresar de Belgrano hizo un movimiento de sorpresa, sorpresa que aumentó poderosamente cuando vió que Lanza al mirarlo soltaba una carcajada.

—Escena de celos á la fija, pensó Lanza al notar el movimiento de sorpresa del jóven.

Va á pensar que vengo de casa de su moza y se van á trenzar en una del diablo.

Y riendo como si le hicieran cosquillas, siguió su camino en direccion á la ciudad.

Cuando llegó la noche, Lanza apuró el paso, entrando á su casa como á las nueve.

Traia un buen humor como pocas veces habia sentido, tanto, que á pesar de la fatiga que debia haberle producido la jornada que acababa de hacer, empezó á vestirse para salir á parandear.

Se sentia con deseos de echar una cana al aire, empezando por hacer una visita á la estimable doña Emilia.

La vieja planchadora vino á informarse de la salud de su vecino y á curiosear lo que este habia conseguido averiguar de Anita.

Y quedó á su vez sorprendida al notar el buen humor con que Lanza le decia:

—Parece que ha encontrado uno que le gusta mas que yo y que con él se ha ido.

Desearé que le haga muy buen provecho y que no tenga de que arrepentirse.

Siempre es una ventaja vernos libres de una persona que no nos quiere y que nos está engañando.

Lo único que me llama la atencion es que me haya dejado la hipoteca de estos baúles que no me sirven sinó de estorbo.

Será preciso que me libre de estos como me he librado de ella.

La vieja planchadora, que ignoraba que Lanza estaba en una posicion tan desesperante y que lo creia empleado en una casa de comercio, desde que se alzó Anita, habia concebido sus planes de union entre Lanza y su nuera.

Así es que aquel modo de expresarse del jóven la llenó de alegría.

Los baúles aquellos estaban muy bien provistos de ropa y siempre su adquisicion venia á ser una verdadera lotería.

—Si le estorban aquí, nada mas fácil que sacarlos, le dijo.

Casualmente mi nuera anda escasa de ropa y esa le vendrá muy bien; no tiene mas que avisar.

—Ahora lo que vuelva hablaremos, respondió Lanza, comprendiendo el partido que podia sacar de aquella dádiva; no he de tardar en venir.