Página:Carlo Lanza - Eduardo Gutierrez.pdf/135

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido validada
— 135 —

su cuenta y tomó su nueva colocacion de mozo de tienda, con pasion verdadera.

—He cambiado de empleo, dijo á las francesas sus amigas, con menor sueldo, pero con mejor posicion.

En la tienda de Costa donde voy, como tengo que trabajar desde muy temprano, me dan casa y comida, pues tendré que dormir allí.

Esto no perjudica nuestra relacion, pero entónces estas piezas están demas y son un gasto inútil.

Si ustedes quieren, yo no me llevaré mas que la ropa necesaria para mudarme una vez y dejaré el resto aquí.

Ustedes me cuidan la ropa y yo en cambio les daré la mayor parte de mi sueldo, que aumentaré pronto, á medida que yo vaya progresando en el arte de vender géneros.

Las francesas aceptáron en el acto la propuesta.

En cuanto á muebles, Lanza no llevaba mas que su cama; los demas los habia regalado á las francesas.

Lanza, durante un mes, se habia propuesto hacer en la tienda una vida de reclusion absoluta.

Era la manera de ganarles el lado á sus patrones y hacerse de buen crédito.

¿Quien sabe si allí mismo en la tienda, viendo sus disposiciones y su buena conducta, no le salia algo mejor y que le conviniera mas?

En casa de Costa habia inventado una nueva historia, siempre tendiente á probar que era un gran personage.

Allí dijo que habia venido de Europa á estudiar el comercio para establecerse, pero que de llegada no mas habia sido lastimosamente estafado y dejado sin un peso.

—Como mi ambicion era el trabajo, agregaba, poco me importa la pérdida del dinero, puesto que al fin puedo practicar al mismo tiempo que me gano la vida; aquella será la primer leccion que haya recibido, cara, eso sí, pero provechosa.

Como toda su ropa estaba en relacion con una posicion pecuniaria cómoda, aquella nueva historia coló como colaban todas las suyas, sin dificultad, siéndole al mismo tiempo muy ventajosa.

Sus patrones lo trataban con marcada consideracion, y los demas dependientes lo miraban con respeto, como á un hombre superior á ellos.

Siempre esto era una gran ventaja.

Aquellos primeros dias Lanza tomó la profesion de tendero como un pasatiempo cómodo y divertido.

El trabajo verdaderamente no existia, puesto que él se reducia á acomodar la tienda y los géneros que hacian desdoblar las señoras solamente para averiguar los precios.

Pero esta misma conversacion y trato con tanta señora, era para él una distraccion sumamente agradable y útil, pues no solo le servía de práctica en el comercio sinó en el idioma.

Hombre fino y astuto, que se complacia en ser agradable, de buenos modales y mejor figura, pronto se hizo de un gran