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Estos habian hecho á Lanza proposiciones muy ventajosas para que quedase en la casa, porqué aquel dependiente representaba una buena clientela.

Pero Lanza las rehusó todas con el mejor modo posible, haciendo esta promesa:

—Yo les aseguro que si me fuera mal en los negocios y tuviera que volver al trabajo, siempre serian ustedes los preferidos por mí, porqué en ninguna parte he de estar mejor que con ustedes.

Lanza fué á ocupar su nueva colocacion como un vencedor que vá á posesionarse de país conquistado.

Y con su aspecto de gran persona y su exterior simpático atrayente, engañó á sus nuevos patrones como habia engañado á todo el mundo.

Explicadas claramente sus obligaciones, se hizo cargo de su puesto con la mayor confianza de servirlo bien, pues siempre tenia á su lado la poderosa ayuda del amigo Cánepa.

Por otra parte era bien fácil lo que tenia que hacer.

Atender la clientela de la correspondencia, recibir los pequeños giros y cuidar que todo fuera remitido al correo á su debido tiempo.

Su conveniencia, bajo todo punto de vista, era portarse bien, para prosperar en la casa y para hacerse querer de toda aquella clientela de obreros á quienes miraba ya como á la suya propia.

Estos estaban locos con el nuevo dependiente de la casa, por la paciencia que este les tenia, el cariño con que los servia y la soberbia redaccion de las cartas que les escribia.

Las explicaciones que le pedian, se las daba con un minucioso detalle, y les leia la correspondencia cuantas veces querian.

El señor Caprile pensaba que hubiera dado con el dependiente que necesitaba, agradeciendo á Cánepa la buena ocurrencia de haberselo traido.

Lanza tenia mucho tiempo libre para pasear y divertirse, pero lo empleaba por el momento, de la manera que mas convenia á sus intereses.

Siempre frecuentaba la casa de Cánepa, por que era una relacion que le convenia de todas maneras, al extremo de que en ella era mirado como un miembro de la familia.

Tenia sus pretensiones amorosas con una bella hija de su amigo, pero estas pretensiones las ocultaba profundamente, esperando el momento oportuno para revelarlas.

Sin haber roto con las francesas sus amigas, habia dejado enfriar la relacion que con ellas lo ligaba.

Así se libraba de un estorbo que podia ser sério en cierto modo.

Tambien cultivaba sus relaciones con las modistas y costureras marchantas de la tienda de Costa, que habian lamentado su salida de aquel negocio y que no podian olvidar los muchos servicios que les habia hecho.

No queria frecuentar las diversiones públicas, porqué esto