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Era un asunto en el que habia de obrar con astucia y piés de plomo.

Otra cosa hacia Lanza para ir prestigiando su casa al mismo tiempo que desacreditaba la de Caprile, para que los clientes estuvieran descontentos.

Y esto tenia que hacerlo con una cautela infinita para no ser descubierto en ningun caso.

Aquellas contestaciones de gran interés para ciertos clientes, porqué eran acuses de dinero recibido ó de noticias de gran interés de familia, las sustraia de la correspondencia al recogerla del correo.

De modo que cuando el cliente iba por ella, era natural responderle que para él no habia nada.

Lanza les decia entónces confidencialmente que aquello sucedia porqué la casa era un bochinche, que no cuidaba á sus clientes de la manera que debia.

—Yo me encargo de hacerte venir la contestacion, le decia, porqué tengo muy buenes corresponsales particulares, y escribiré que vean á tu familia y le encarezcan la respuesta.

Pero es preciso que guardes silencio, porqué si sospechan que yo ando en estas cosas, pueden echarme á la calle y ustedes entónces se perjudicarian á la par mia.

Lanza hacia el aparato de escribir á su corresponsal y mientras Caprile no podia decirles por qué razon no habian contestado, Lanza les entregaba la carta deseada, que extraia de un sobre con su nombre, para hacerles creer que la carta venia bajo su cubierta.

Y siempre los que se entendian con Lanza y tenian con él amistad, eran los mejor atendidos y los que mas pronto recibian contestacion, gracias á sus supuestos corresponsales.

Esto le daba gran prestigio entre aquella su futura clientela, con perjucio de la casa de Caprile, que no se sospechaba la clase de enemigo que tenia con aquel dependiente de tanta confianza.

Esta confianza la aumentaba diariamente el jóven con una conducta ejemplar y una rara dedicacion al trabajo.

Sus libros estaban mas que al dia, al momento, puede decirse, pues no hacia operacion sin asentarla inmediatamente.

En la apariencia, era un hombre exclusivamente dedicado al trabajo.

Nunca se le veia en los teatros ni en sitio alguno de pública diversion.

La primera parte de la noche la pasaba en la casa de su amigo Cánepa, conversando con la familia y sosteniendo aquella intimidad cariñosa que tenia con ella.

Se retiraba á una hora conveniente bajo el pretexto de que tenia que levantarse temprano al siguiente dia.

Pero en vez de recogerse, como se creia, iba á visitar á sus otras amigas las modistas, pues sus ocupaciones del escritorio y lo de formarse una clientela futura, no le impedian hacer la cama á alguna modista rica, aunque vieja, con el cristiano intento de soplarle el capital.

Carlo Lanza.
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