Página:Carlo Lanza - Eduardo Gutierrez.pdf/150

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido validada
— 150 —

chaleco veinte y cinco pesos que dió á Lanza, diciéndole: partamos la diferencia, estas acciones no deben quedar sin recompensa.

Como Lanza rehusara la dádiva alegando que no habia por que hacer semejante cosa, el jorobado pensó que seria por poco y dobló la suma.

Pero su admiracion no conoció limites cuando sintió que el jóven le decía:

—Mi integridad está ya pagada con mi sueldo por el señor Caprile, y yo no admito dádivas por cumplir con mi deber.

El jorobado guardó su dinero y desde aquel dia miró á Lanza con un respeto fabuloso.

Un mes despues de esto, el jorobado llevó cinco mil pesos para ser remitido á Europa.

Lanza tomó el dinero y lo echó sin contar al cajon.

Sabia que el jorobado era muy avaro, pero muy íntegro.

—Disculpa que no cuento, le dijo, porqué estoy muy ocupado; ya lo habrás tú contado.

El jorobado sonrió y dijo: no hay cuidado, no has de volver á hallar dinero de mas.

Dos dias despues, cuando el jorobado fué por el recibo que Lanza no habia podido darle aquel dia, casi se cayó de espaldas al oir que el jóven le decia:

—Aquí tienes el recibo y estos cien pesos que venian de mas, como la vez pasada, en dos billetes pegados.

¿Con qué diablos aprietas el dinero que así está pegado?

Aquel era el colmo de la honradez.

Devolverle dinero cuando Lanza podia haberse quedado con él sin que nadie lo sospechara siquiera, era para el jorobado una accion incomparable.

Y tal fué su asombro, que á pesar de su proverbial miseria, quiso regalar á Lanza aquellos cien pesos, diciéndole: guárdelos, porqué me enojo.

—Aunque te enojes no los tomo, he cumplido con mi deber y ya te he dicho que para eso me paga mi patron.

No habiendo en el escritorio mas que el jorobado, aquella negativa de Lanza no podia ser por temor de que lo vieran, sinó por pura honradez, y el jorobado desde aquel dia tuvo en Lanza mas confianza que en sí mismo.

Si Lanza le hubiera dicho «faltan mil pesos en tu dinero,» los hubiera pagado sin vacilar.

—Tu confianza me cuesta trescientos pesos, decia Lanza para sí, pero los doy por bien empleados, pues los que vean que tú me tienes tal confianza, ni en sueños podrán dudar de mi integridad.

Porqué aquellos dos errores del jorobado habian sido una especulacion de Lanza para granjearse su confianza.

Y habia puesto de su bolsillo aquellos dos billetes que apareciéron de mas en las dos cantidades.

Para que el jorobado se equivocara en su contra hubiera sido necesario que hubiese perdido el juicio, y no presentaba ningun síntoma de locura.