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Todos sabian que él no podia gastar en esas prendas y trató siempre de ocultarlas.

El amor de la vieja fué el golpe de gracia para las planchadoras de fino, que no lo veian sinó muy de tarde en tarde, porqué todo su tiempo lo dedicaba al amor de la vieja modista.

Sin embargo las planchadoras de fino no por esto se mostraban mayormente irritadas.

Cuando se presentaba Lanza en la casa, era siempre el bienvenido, todo para él eran buenos modales y atenciones.

Es que Lanza, si faltaba en persona, no faltaba en dinero al fin del mes, pues aquellas mujeres le cuidaban la ropa y era siempre un refugio que tenia para huir á cualquier calamidad que pudiera sucederle.

Por esto no queria dejar de llenar con ellas sus modestos compromisos y tener seguro aquel refugio contra cualquier contratiempo.

Lanza se habia hecho de muchos amigos en el escritorio de Caprile, pero aunque á todos atendia cariñosamente, no tenia mucho tiempo que dedicarles, porqué el dia lo ocupaba en absoluto en sus ocupaciones y la noche la repartia en aquellas visitas que le conocemos.

Amigo íntimo de algunos cronistas de diarios, nunca le faltaban un par de entradas á los teatros con su correspondiente asiento, que distribuia por turnos entre la modista y las planchadoras, haciéndoles creer que las habia comprado expresamente para ellas, porqué la funcion era buena.

Siempre en su manía de ocultar las diversiones á que asistia, él no iba al teatro sinó á la hora de salida para acompañar á las invitadas hasta su casa, haciéndoles creer que habia estado sumamente ocupado en el escritorio, lo que realzaba el mérito de la invitacion.

Con muchos clientes de la casa de Caprile, colocados en el comercio, mantenia amistad estrecha, pero tenia buen cuidado de mostrarse con ellos lo mas sério que le era posible y hombre absolutamente de trabajo.

No habia una sola persona que lo conociera, que no se asombrara de su dedicacion al trabajo y de su conducta ejemplar, porqué jóven, paquete y buen mozo como era, tenia todos los elementos necesarios por haber llevado una existencia felizmente galante.

Esto era la disculpa á muchas cosas, del dinero que gastaba y al lujo relativo con que andaba, porqué entónces podia decir que cuanto ganaba se lo echaba encima.

El señor Caprile seguia cada vez mas contento de su dependiente, por sus excelentes disposiciones y por su conducta invariable é intachable.

Sus clientes se entendian con él en preferencia á ningun otro, y sus obligaciones eran siempre correctamente cumplidas.

Es que Lanza tenia un doble motivo, una doble razon para portarse bien.

Primero, la conveniencia del momento, de conservar el em-