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Lanza quedó tan encantado con lo que le decian de la capital oriental, que resolvió bajarse allí á pasar unos dias para darse bien cuenta de ello.

Seria además una especie de idea que podria tomar allí de lo que eran allí estos países.

—Es mas chico que Buenos Aires, hay ménos comercio y ménos facilidades, pero es una ciudad espléndida.

—¡Y sobre todo una ciudad de mujeres soberbias! añadia el Capitan, con ese entusiasmo franco que despierta la belleza magnífica de las damas de Montevideo.

Como á usted nada lo apura, puesto que viene de paseo, añadió el alegre marino, quédese unos quince dias en Montevideo, y sabe Dios si no modifica todos sus planes.

—¡Dio birbone! exclamó el jóven dejándose entusiasmar fácilmente: pues me quedo en Montevideo á ver cómo pinta la cosa.

Es la misma raza y las mismas costumbres; así podré tomar una idea de lo que es Buenos Aires, porqué por lo que ustedes me dicen, no sera mas que un Montevideo mas grande y mas rico.

y Carlo Lanza, aunque habia tomado su pasage hasta Buenos Aires, que tendria que comprar despues nuevamente, decidió bajar en Montevideo y pasar allí unos quince dias.

Así pensaba ponerse al cabo de las costumbres de estos países y sus necesidades sobre todo.

Tal vez en el mismo Montevideo se le ocurriese alguna idea nueva, que fuese su salvacion.

Era preciso pensar en el alojamiento por aquellos quince dias, pues los gastos de á bordo habian disminuido fuertemente su capital, y no era negocio de quedarse sin un centavo aun ántes de llegar á su destino.

No podia preguntar directamente al Capitan cual era el hotel mas barato, porqué esto hubiera sido revelar el pobre estado de sus rentas, así es que se limitó á preguntar los precios de los hoteles en general y su situacion.

—Eso no le ha de faltar, pues hay para todos los gustos y para todos los bolsillos, respondió el Capitan sin vacilar.

Tiene usted desde el Hotel Oriental que es dónde se aloja la gente de copete y dónde se paga unos diez francos por dia, hasta el Hotel de Washington, cerca del Fuerte, donde se paga una miseria.

Si usted quiere vivir con tono, pero privado de ciertas diversiones y libertades, vaya derecho al Hotel Oriental y aun al de la Paz.

Pero si usted quiere gozar de todas aquellas diversiones inherentes á un hombre soltero, váyase al Washington, y aun á la Universal, situada en la Plaza Independencia, dónde se vive en casa de uno mismo, y se paga mas que en el Washington, lo que significa un poco mas de tono.

Carlo Lanza, que consultaba ante todo las necesidades de su bolsillo, apuntó en un carton las señas que se le daban del Hotel Washington.