Página:Carlo Lanza - Eduardo Gutierrez.pdf/177

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido validada
— 177 —

La emocion de esta entrevista que ya sabia yo me iba á hacer recordar cosas dolorosas, por un lado, y la lucha con aquella mujer diabólica que queria hacerme acompañar á todo trance por un testigo inaceptable por otro, no me dejáron tranquila toda la mañana.

Cuando me llamáron á almorzar ya me estaba vistiendo, y no quise ir.

—No importa, tenemos todo el dia libre para hablar de todo lo que nos interesa, respondió Lanza, ó mejor dicho tenemos por delante toda la vida, porqué yo no me separo mas de tí.

Cuéntame tu historia, pero ante todo te voy á pedir un servicio.

Es preciso que no me vuelvas á tratar mas con ese usted frio y alejador.

Trátame de tú, como si fuera un viejo amigo á quien se ha conocido toda la vida.

—En el casino se trata de tú á todo el mundo, es la práctica, ya lo sabes; pero no sé qué sentimiento extraño me habia impedido darte á tí igual tratamiento.

Pero, puesto que asi lo exiges, lo hago sin ninguna violencia; no sé por qué me parece que te he conocido toda mi vida.

—Me haces feliz con ese modo de hablar, dijo Lanza besando la mano de su bella.

Y como miéntras hablaban comian con buen apetito, Lanza sirvió dos buenas copas de oporto, que ambos apuráron de un solo trago.

No hay nada que desate la lengua como el buen vino, y Luisa, obedeciendo á este principio invariable, desató la suya en la narracion de una historia que dejó asombrado á Lanza, porqué este no se esperaba cosa semejante.

Para que no interrumpieran aquella narracion, habia pedido los platos calientes y todo cuanto podia necesitar, y habia cerrado la puerta despues de asegurarse que de las piezas vecinas nada podian oir.

Luisa bebió su segunda copa de vino como quien desea fortalecerse, y empezó así la narracion de su curiosísima historia:

Yo soy hija del banquero Luis Maggi de Génova, dijo, cuya gran fortuna no puedo en este momento avaluar.

Lanza se estremeció de una manera poderosa, pues en ningun caso contaba con revelacion semejante.

—Y son precisamente las rarezas de mi padre y su gran fortuna, continuó ella lo que me ha reducido á situacion semejante.

Voy á tomar mi historia desde el punto mas remoto que me permitan mis recuerdos, y así podrás apreciar mejor las peripecias amargas por que ha pasado mi existencia.

—Habla con entera libertad, que yo juro no interrumpirte en un relato, respondió Lanza; y sirvió la tercer copa de vino, que debia establecer la suficiente franqueza en el relato que empezaba.

Cuando se tiene medio litro de oporto en el estómago, se habla siempre la verdad, porqué desaparece generalmente todo cálculo y toda idea de engaño.

Carlo Lanza.
12