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Al poco tiempo de esto me entretuve en otra comida y vine tarde, relativamente á una casa de familia, pues vine á las diez de la noche.

En casa de la amiga donde habiamos comido, se bailó un poco despues de comer y yo no pude negarme, como era natural, pues todos se empeñaban para que yo me quedara.

Yo me quedé, puesto que en ello no cometia delito alguno, hasta las diez de la noche, hora bastante razonable.

Como era tambien muy natural, mi amiga no quiso que me viniera sola á casa á aquellas horas y pidió á uno de los concurrentes de toda su confianza, que me acompañara.

Yo me rehusé asegurando que no tenia miedo de irme sola, pero como aquello no era prudente, acepté al fin.

Conversando amigablemente de la agradable reunion donde habíamos estado, llegamos á casa, en cuya puerta me despedí de mi acompañante.

—No lo invito á entrar porqué ya sabe que no es mi casa, le dije, vivo con un tio que tiene su familia y sus rarezas y no sé si le gustaria.

El jóven aquel habia sido uno de tantos adoradores mios, y se quedó en la puerta unos cinco minutos conversando conmigo y preguntándome cuando volveria á lo de mi amiga.

Tuve que hacerle notar que ya era tarde, para que se fuera y me dejara entrar.

Mi tio estaba en el balcon esperando mi vuelta, sin que yo lo hubiera visto, de modo que me vió llegar acompañada de un jóven y estuvo allí oyendo lo que conversábamos, hasta que quedé sola y entré á la casa.

Mi tio no quiso esperar esta vez hasta el dia siguiente.

Me llamó á la salita independiente que habia en la casa, donde nadie podia oirnos, y allí me reprendió con mas dureza que la vez primera.

—Veo que tú no tienes compostura, me dijo, y esto así no puede continuar.

La reputacion de mis hijas sufriria mucho con tu conducta libertina, y ya comprendes que esto no puede ser.

—Mi tio, respondí yo entónces con cierta serenidad, respecto á mi conducta no tengo nada que reprocharme, se lo juro á usted de la manera mas séria.

Yo estoy habituada á cierta vida de libertad y de independencia.

Para vivir con usted, mi tio, yo tendria que hacer una vida de prisionera, que no está con mi modo de ser; me enfermaria.

Usted tiene razon en lo que dice, pero no dejará de convenir conmigo de que yo tambien tengo razon en lo que digo.

Para evitar todo enojo y toda cuestion entre nosotros, conservando la armonía en que debemos vivir, es mejor que yo me mude.

Tomaré un par de piezas en cualquier casa, donde podré establecer mi taller de trabajo y así estaré independiente, sin que mi vida libre pueda perjudicar á nadie y sin que desaparezca la buena relacion que debe reinar entre nosotros.