Ir al contenido

Página:Carlo Lanza - Eduardo Gutierrez.pdf/215

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido validada
— 215 —

Es que Lanza habia llegado á interesarle mas de lo que ella misma pensó, y temia impresionarlo de una manera desfavorable.

—Sentiria en el alma, dijo sollozando, que la narracion de mi historia, hecha con tanta franqueza, me hubiera hecho perder en tu opinion.

Nada me dices y temo te hayas enojado conmigo.

—Al contrario, Luisa mia, tu historia me ha corroborado mas en la opinion que ya me habia formado de tí.

Pensaba en este momento que la vida que llevas no te conviene y que es preciso cambiarla á toda costa.

Tú eres digna de una suerte mejor, alma mia, y allí nunca podrás lograrla, mi vida, porqué las apariencias te son fatales y aun la propia narracion de tu historia no seria apreciada por muchos en lo que vale.

Si yo no buscase en tí mas que la conquista de una mujer bella, ya te hablaria de otro modo y te habria hecho proposiciones en ese sentido, aprovechando la situacion en que nos hallamos colocados y el estado desesperante de tu vida.

Pero no es eso lo que yo busco, yo quiero tu felicidad estable y tal cual tú la mereces.

El afecto íntimo que siento por tí, quiero encaminarlo de un modo decoroso y digno y esta es la forma que busco actualmente.

A mí me ha sucedido contigo una cosa extraña, Luisa.

Desencantado con las cosas del mundo, he llegado á no creer en nada, á no esperar nada de nadie sinó de mí mismo.

He mirado á las mujeres con el encanto que haya podido despertar en mí su belleza, ó el hastío que me haya causado su vulgaridad, y nada mas.

Contigo me ha sucedido una cosa extraña.

Apénas te ví, sentí por tí una impresion de simpatía desconocida para mí hasta entónces.

Estuve contigo con un agrado infinito y sintiendo que aquella simpatía se habia trocado en cariño.

Cuando me separé de tí aquella primer noche, no te apartaste un segundo de mi pensamiento.

Y al otro dia sentí que me habia enamorado de tí.

Esto, te lo confieso, produjo en mi espíritu una sensacion dolorosa.

Yo tenia que guiarme por las apariencias, y las apariencias te eran fatales: estabas en un casino, y en estos establecimientos no hay sinó malas mujeres.

Estuve por alejarme y no volver mas, sofocando la pena que esto me causaba, pero como habia observado cierta superioridad y el respeto con que eras tratada, me dejé arrastrar de mi amor y volvi otra vez, y provoqué la entrevista de hoy.

Ahora no me pesa: el franco relato de tu vida te ha hecho crecer en mi opinion, y al ver que te amo y que hasta cierto punto soy correspondido, porqué si no, no estarias aqui conmigo, experimento un gran consuelo que me hace presentir dias mejores.