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Ya no podia hacerle ningun daño en el hecho material de su casamiento, puesto que ya se habia realizado.

Pero podia hacerle mucho daño en las relaciones comerciales con su suegro, que era la base sobre la que fundaba.

Así es que á Lanza no le convenía tener ningun enemigo, aunque era sumamente difícil que nadie pudiera penetrar sus vastísimos planes.

Nada mas cordial y alegre que aquella comida íntima, donde todos los presentes estaban vinculados por lazos de estrecha y leal amistad.

¿Cómo no habia de encontrarse feliz Luisa, ante todas las demostraciones de aprecio de que era objeto su marido?

La comida se prolongó hasta la tarde, sin que decayera un momento solo la alegria con que empezó.

¿Cómo debia de decaer tambien, cuando aquel diablo de cura era un tratado de anécdotas de todo género?

No era posible estar sério un solo minuto.

De lo que todos estaban positivamente asombrados, era de la cabeza de aquel diablo de cura.

Habia bebido tanto como los demas invitados juntos, y sin embargo, ni siquiera en el brillo de sus ojos podia sospecharse la cantidad de vino que habia en aquel vientre formidable.

El mismo Lanza, que era una cabeza privilegiada para beber, estaba asombrado de lo que chupaba su amigo el curita.

Lanza quiso abandonar la reunion temprano, en cuanto se hubo tomado el café, so pretexto de que al dia siguiente era lúnes y no podia faltar al escritorio.

Pero su amigo el cura encabezó una silbatina tan furiosa á semejante retirada, que no tuvo mas remedio que quedarse y declarar que estaba á la disposicion de sus amigos.

Desde que habia sido silbado su mejor pretexto, ya no le quedaba ninguno que invocar y se resignó á quedarse, resignacion aparente, pues nadie mas amigo que él de aquellas farras y beberajes.

Lo que hay es que él se encontraba coartado por su flamante consorte y no podia entregarse á la jarana con toda la libertad que hubiera deseado.

Farrista de nacimiento, se encontraba en su elemento verdadero; lo que hay es que estaba atado por la presencia estimable de su consorte.

Al fin y despues de consumir la última botella de vino, fué preciso dar por terminada aquella comida, que no podia ser eterna y que á alguna hora tenia que terminar, á pesar de los discursos recalcitrantes del cura.

Cánepa fué el primero que tocó retirada, y como aquellas reuniones no necesitan sinó que uno se retire para terminar, otros siguiéron á Cánepa con piernas mas ó ménos seguras, hasta que solo quedó el cura, los de la casa y los esposos Lanza.

—Supongo que ahora me será permitido el retirarme, dijo Carlo, pues es una hora bastante avanzada para retirarse un recien casado que tiene que trabajar mañana.