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A usted se le ha ido el mejor mozo del hotel, cuyo buen servicio era el crédito de este.

Yo, una vez que me ponga á ello, soy un mozo como usted ni siquiera puede sospechárselo.

Me comprometo á hacer el servicio de tres, adivinando el deseo de sus clientes.

Si usted quiere, yo me quedo á reemplazar el mozo que se ha ido, por el mismo sueldo que este ganaba, con una diferencia sola:

Usted, de ese sueldo se cobra lo que yo le debo, hasta que está saldada nuestra cuenta, que viene á ser lo mismo que si solo le sirviera yo por la casa y la comida.

De este modo usted cobra su cuenta de la única manera que puede hacerlo, y yo tengo como vivir hasta que encuentre otra cosa mejor que hacer.

Puede ser muy bien que me convenga seguirme quedando, y usted habrá ganado un mozo como no ha soñado tenerlo en la vida.

Para la señora Nina aquella era una excelente proposicion, pues no solo ganaba un mozo que debia ser realmente bueno, sinó que se cobraba la deuda de Lanza de la única manera que podia cobrársela: con el trabajo de este.

Si Lanza se apercibia que podía irse del hotel sin que nadie lo retuviera ¿cuándo cobraría su dinero?

La proposicíon de Lanza venia á ser así sumamente ventajosa para ambos.

Para él, porqué mientras Dios le deparaba otra cosa, aseguraba la casa y la comida.

Para ella, porqué el sueldo de Lanza se iba cobrando la deuda de este, y ganaba ademas un buen mozo.

Para que Lanza no se apercibiera de que aquello era una concesion que él hacia, puso ella algunas dificultades para aceptarlo, diciendo al fin:

-No quiero que diga que despues de haberlo atendido como lo he hecho, lo he abandonado en el momento crítico.

No quiero tomar ninguna medida violenta con la justicia ni con la policía y voy á aceptar el temperamento que usted propone, para darle esa facilidad de saldar su cuenta conmigo y de seguir viviendo en mi casa.

De todos modos, aunque yo no necesitase ese dinero y le perdonase lo que usted me debe, ¿dónde iría usted á alojarse?

¿Dónde iria usted á comer y á dormir?

Quiero ser buena con usted hasta el último extremo, para que no tenga de que acusarme; quedamos convenidos en lo siguiente:

Usted se queda de mozo en el hotel y en lugar del que se me ha ido.

El sueldo que usted gane por este servicio, yo lo voy reteniendo para cobrarme lo que me debe, y no tengo mas obligacion que darle casa y comida.

Para sus otras necesidades y vicios, usted tendrá bastante con las propinas que le dén los clientes.