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y su soledad, como el ala de un pájaro sobre el estremecimiento del pichón cándido.
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Mi maestra es la señorita más agradable del mundo. Tengo adoración por ella, no hay ninguna mejor, ni la de tercero, ni la señori- ta Matilde, que dicen que es tan buena, y a quien yo no se porque, le hallo cara de mos- quita muerta. Esa a mi no me gusta, mi maestra no tiene ese airecito tan dulce, ni esa voz apagada, ni esa indulgencia que tan- to cautiva a mi compañera Sarita, pero es mejor que ella, no hay duda. Ya sé que las otras son más lindas, pero sin embargo, hoy trajo un vestido azul y un sombrero de plu- mas que le quedaba tan bonito...
Los muchachos dicen que a mi me tiene co- ronita y que por .so la quiero, pero yo no veo donde está esa coronita. Ella es buena conmigo y nada más, por otra parte, si al- guna vez me hace corregir cuadernos y te- mar clase es porque está muy atareada y ny se da tregua, alguien la tiene que ayudar, sino soy yo, cualquiera otro.
¡Bah! si la oyeran a mi hermana mayor entonces, ella dice que la señorita, mandán-
