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siciliana para rectar á desafio, que dá el acto del combate el nombre de hidalguia campesina, ambos se abrazan silenciosos, mordiendo el que acepta la provocacion en señal que se trata de un duelo á muerte, la oreja derecha del adversario, sin establecer condiciones ni entrar en detalles enojosos. Detrás del huerto van á encontrarse Turidu y Alfio; pero antes de partir el primero sé encuentra con su madre y le dice entre resignado y lloroso: «El vino que he bebido era generoso y he apurado muchas copas... Voy á aspirar el aire libre... Pero antes quiero que me bendigas como el dia en que partí soldado... Y despues... madre... escucha... Si yo no volviese... sirve de madre á Santuzza, á quien he prometido conducir al altar». La anciana sorprendida interrumpe á Turiddu: «¿Porqué te expresas de ese modo hijo?»—Y el joven replica: «¡Oh! nada... sugestion del vino... Ruega por mi á Dios... Un beso madre... otro beso, y adios.» Arrancase Turiddu de los brazos de la anciana, parte rapidamente, y la madre comienza llamarle á gritos.... Acude Santuzza, ambas se confunden en un estrecho abrazo, óyese un rumor lejano y preséntanse en tropel mujeres y hombres amedrantados que á tiempo exclaman:


¡Han muerto á compadre Turiddu!