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cap.
darwin: viaje del «beagle»

contemplé por última vez a Valparaíso y admiré su pintoresco aspecto. Con fines geológicos di un rodeo desde el camino alto hasta el pie de la Campana de Quillota. Atravesamos una comarca de aluvión, rica en oro, en dirección a las cercanías de Limache, donde dormimos. El lavado del precioso metal constituye el medio de que se sirven los habitantes de numerosos cobertizos a lo largo de cada riachuelo; pero, como les sucede a todos aquellos cuyas ganancias son inciertas, llevan una vida desarreglada y no salen de pobres.


28 de abril.—Por la tarde llegamos a una quintana al pie de la Campana de Quillota. Los habitantes eran propietarios, lo que no es corriente en Chile. Se mantenían con el producto de un huerto y de un pequeño campo, pero padecían suma pobreza. El capital es aquí tan deficiente, que los labriegos se ven obligados a vender el trigo cuando aun está verde en el campo, a fin de comprar lo necesario para el año siguiente. El trigo, por tanto, estaba más caro en el sitio mismo donde se cogía que en Valparaíso, residencia de los negociantes en cereales. Al día siguiente volvimos a tomar el camino principal que va a Coquimbo. Por la noche cayó una ligerísima lluvia, siendo la primera que se conoció desde el aguacero de los días 11 y 12 de septiembre, que me tuvo prisionero en los baños de Cauquenes. El intervalo fué de siete meses y medio; pero la lluvia vino este año en Chile más tarde que de ordinario. Los lejanos Andes se hallaban ahora cubiertos de una espesa masa de nieve, presentando una vista espléndida.


2 de mayo.—El camino continuaba siguiendo la costa a no mucha distancia del mar. Los pocos árboles y arbustos que son comunes en Chile Central de-