Página:Charles Darwin - Diario del viaje de un naturalista alrededor del mundo - Tomo II.djvu/155

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
xvi
137
chile septentrional y perú

horno de fundición, donde había agua y leña; pero nuestros caballos tampoco tuvieron nada que comer, permaneciendo encerrados en un viejo corral. El camino era montuoso, y el paisaje que desde él se descubría era interesante por los variados colores de las montañas desnudas. Casi daba lástima ver brillar constantemente el sol sobre una comarca tan inútil: un cielo tan puro y brillante debería cobijar campos de cultivo y hermosos jardines. Al siguiente día llegamos al valle de Copiapó. Muy de veras me alegré de ello, porque durante el día entero no había dejado de sentir viva inquietud, siendo insoportable el oír a nuestros caballos roer los postes a que estaban atados, mientras tomábamos la cena, y no tener medios de calmarles el hambre. Sin embargo, según todas las apariencias, los anímales conservaban su vigor, y nadie hubiera dicho que llevaban cuarenta y ocho horas y pico sin probar bocado.

Tenía una carta de recomendación para Mr. Bingley, quien me recibió con todo género de atenciones en la hacienda de Potrero Seco. Esta posesión tiene de 20 a 30 millas de largo, pero es muy estrecha, pues generalmente sólo alcanza dos zonas cultivables, una a cada lado del río. En ciertas partes la finca carece de anchura, es decir, no hay terreno de regadío, y, por tanto, no vale nada, como sucede con el pétreo desierto de los alrededores. La escasez de tierra cultivada en toda la línea del valle no depende tanto de las desigualdades de nivel y consiguiente inadaptación al riego, cuanto del menguado surtido de agua. El río iba este año notablemente crecido; desde este sitio, subiendo valle arriba, el agua les llega a los caballos al vientre, con una anchura aproximada de 15 metros y una corriente rápida; más abajo disminuye gradualmente, y de ordinario llega a secarse, como ocurrió durante un período de treinta años, en que no llevó al mar ni siquiera una gota. Los habitantes observan