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cap.
darwin: viaje del «beagle»

biera hecho creer que allí hubieran podido crecer jamás. Parece estar bien comprobado que las cabras y los cerdos destruyeron todos los árboles jóvenes cuando estaban a punto de brotar, y que los viejos no accesibles a sus ataques perecieron en el transcurso del tiempo. Las cabras se introdujeron en el año 1502; ochenta y seis años después, en la época de Cavendish, abundaban extraordinariamente, según se sabe. Más de una centuria después, en 1731, cuando el mal era completo e irremediable, se dió la orden de matar todos los animales vagabundos. Es, pues, interesantísimo ver que el arribo de animales a Santa Elena en 1501 no mudó el aspecto entero de la isla hasta después de un período de doscientos veinte años; porque las cabras se introdujeron en 1502, y en 1724 se dice que «los árboles viejos habían caído en su mayor parte». Poca duda puede caber de que este gran cambio en la vegetación afectó no sólo las conchas de tierra, causando la extinción de ocho especies, sino también a numerosos insectos.

Santa Elena, situada tan lejos de las tierras continentales, en medio de un gran océano, y con una flora peculiar, excita nuestra curiosidad. Las ocho conchas terrestres, aunque ahora extintas, y la única viviente, Succinea, son especies peculiares que no se hallan en ninguna otra parte. Mr. Cuming, sin embargo, me participa que una Helix inglesa es común aquí, habiéndose introducido indudablemente sus huevos en algunas de las muchas plantas importadas. Mr. Cuming recogió en la costa 16 especies de conchas marinas, de las que siete, a lo que yo sé, no viven mas que en esta isla. Las aves e insectos [1], según podría


  1. Entre estos pocos insectos me sorprendió hallar un pequeño Aphodius (nueva especie) y un Oryctes, ambos abundantísimos bajo las boñigas. Cuando se descubrió la isla no poseía cuadrúpedo alguno, excepto quizá un ratón; resulta, por tanto, difícil esclarecer si estos insectos, que se alimentan de estiércol, han