Ehrenberg cree que estos cuerpos orgánicos han pasado por el fuego volcánico, siendo después vomitados en el estado que ahora tienen. El aspecto de las capas me indujo a creer que habían estado depositados bajo el agua, aunque, atendiendo a la extrema sequedad del clima, me vi precisado a imaginar que probablemente habrían caído durante alguna gran erupción torrentes de lluvia, formando un lago temporal, en el que cayeron las cenizas. Pero ahora debería sospecharse más bien que el lago no fué temporal. Como quiera que fuere, podemos estar seguros de que en alguna época remota el clima y producciones de la isla Ascensión fueron muy distintos de los actuales. ¿Dónde hallaremos en la superficie de la tierra un sitio en que la investigación atenta no descubra señales de ese ciclo interminable de cambios a que la Tierra ha estado, está y estará sujeta?
Al dejar Ascensión, zarpamos para Bahía, en la costa del Brasil, a fin de completar la medición cronométrica del mundo. Arribamos allí en 1 de agosto, y estuvimos cuatro días, durante los cuales di varios largos paseos. Me alegré de ver que el paisaje tropical no había perdido para mí ninguno de sus encantos, a pesar de la falta de novedad. Los elementos que le integran son tan sencillos, que merecen mencionarse para demostrar cómo la exquisitez de las bellezas naturales depende de un conjunto de circunstancias insignificantes.
El país puede describirse como una llanura horizontal de unos 90 metros de elevación, tajada en muchas partes por valles de fondo plano. Esta estructura es notable tratándose de un país granítico, pero se la encuentra casi siempre en todas las formaciones más blandas, de que ordinariamente se componen las llanuras. Toda la superficie está cubierta de soberbios árboles de varias clases, alternando con trozos de terreno cultivado, sobre los que se levantan casas, con-