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VIAGE

Comen los indios las raices batatas, que saben á manzanas, y la mandioca, que sabe á castañas, de que hacen cerveza (mandel-bee-re). Tienen tambien peces, carnes, puercos, avestruces, ovejas indianas, tan grandes como mulos, cabras, gallinas, conejos, y otras cosas de este género. Hay miel en abundancia, de que hacen tambien vino, cociéndola.

Es tan dilatada la tierra habitada por los Cários, que tiene 300 leguas de ancho y largo. Los indios son pequeños y gordos, y mas trabajadores que los demas. Traen un agugerillo en los labios, y en él un cristal leonado, que llaman en su idioma tembetá, de dos palmos de largo, y del grueso de un cañon de ganzo: andan desnudos como las indias. Usase entre ellos vender los padres á las hijas, los maridos á las mugeres, y algunas veces los hermanos á las hermanas; y el valor de una india es una camiseta ó cuchillo, ó hocecilla, ó cosa semejante. Comen carne, aunque sea humana, si pueden adquirirla. Matan á los cautivos en guerra, sean hombres ó mugeres, mozos ó viejos, y los asesinan como nosotros los puercos. Conservan por algunos años una india, recomendable en edad y traza, pero sino se acomoda á los deseos de todos, la matan y comen en convite, tan célebre como el de nuestras bodas; mas si dá gusto á todos, y llega á vieja, la guardan hasta que ella se muere. Hacen estos Cários mas largos viages que los demas indios del Rio de la Plata. Son feroces en la guerra, y tienen sus poblaciones y fortalezas cerca del rio, en parages altos.



CAPITULO XXI.
De la ciudad de Lambaré, y como fué sitiada y rendida.

La ciudad de estos indios, que llaman estos moradores Lambaré, está rodeada de dos cercas de palos, del grueso de un hombre, puestos de doce en doce pasos, hincados en la tierra; quedando fuera tanto como la altura de un hombre con la espada y brazo levantados; y á quince pasos tenian hechos fosos y hoyos de tres estados de hondo, cubiertos con ramas y tierra, y en medio de cada uno, una lanza fijada, aguda. Este aparato es para coger á los cristianos, porque dejando Juan de Ayólas 60 hombres en guarda de los bergantines,