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que habia gobernado antes, y era muy amado de los soldados, que aprobaron la eleccion; excepto algunos de los parientes y familiares de Alvar Nuñez, de que no se hizo caso. Entonces estaba yo con hidropesia, que fué lo que saqué de la jornada á Urtuesa, y de 80 que enfermaron, solo 30 sanaron.



CAPITULO XLI.
Discordia de los cristianos, disposiciones de los Cários contra ellos: los Yapirús y Nagases ayudan á los españoles.

Enviado á España Alvar Nuñez, empezó entre los cristianos tanta discordia que ninguno deseaba el bien de otro: todo era pendencias y riñas, sin que en mas de un año ninguno anduviese seguro, ni se escusasen los ruidos causados por haber enviado á España á Alvar Nuñez. Los Cários, hasta entonces nuestros amigos, tenian gran gusto en vernos reñir, y trataron de matarnos á todos, ó echarnos de la provincia.

Toda la provincia de los Cários con otras, y los Agaces, se levantaron contra nosotros; por lo cual, precisados, volvimos á la union primera, é hicimos paz con los Yapirús y Nagases, naciones que tendrian 5,000 indios de guerra. Son belicosas en tierra y mar, no tienen mas comida que caza y pesca; y sus armas son dardos como media lanza, no tan gruesa, con puntas de pedernal. Usan llevar debajo de un ceñidor un palo de cuatro palmos, y en el extremo anterior, una bola ó nudo. Tienen tambien otras armas de un palmo de largo, con puntas armadas de un ancho diente de pez que llaman palometa, semejante á nuestras tencas. Este diente es agudo: de estas armas usan en el modo siguiente.

Empiezan la batalla con los dardos: cuando siguen al enemigo, arrojan corriendo el palo á los pies para que caiga: si cae vivo ó muerto, le cortan la cabeza con gran presteza, despues guardan el diente en el cincho, ó en lo que llevan para este efecto: luego á la cabeza quitan todo el pellejo, con el pelo, y bien seco le ponen en una pértiga larga que cuelgan en los templos, en memoria de