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la triste suerte mía
me ofrece; mas, ¡ay laso!,
que, aunque la hallase, no hay mover el paso.
¡Virgen bendita y bella,
remediadora del linaje humano!
Sed vos aquí la estrella
que en este mar insano
mi pobre barca guíe
y de tantos peligros me desvíe.
¡Virgen de Monserrate,
que esas ásperas sierras hacéis cielo!
Enviadme rescate,
sacadme deste duelo,
pues es hazaña vuestra
al mísero caído dar la diestra.
Entre estas matas quiero
asconderme, porque es entrado el día;
aquí morir espero;
santísima María,
en este trance amargo,
el cuerpo y alma dejo a vuestro cargo.
Echase a dormir entre unas matas, y sale un león y échase junto a él muy manso, y luego sale otro cristiano, que también se ha huido de Argel, y dice:
Estas pisadas no son,
por cierto, de moro, no;
cristiano las estampó,
que con la misma intención
debe de ir que lleyo, yo.
De alárabes las pisadas