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a la Goleta a un cativo
que le halló en un monte esquivo,
huído y descaminado,
¡Obra es ésta, Virgen pía,
de vuestra divina mano,
porque ya está claro y llano
que el hombre que en vos confía
no espera y confía en vano!
Espérame, compañero,
que yo determino y quiero
seguirte doquier que fueres;
que ya me parece que eres,
no león, sino cordero.
Entrase y vuelve a salir en la cuarta jornada, con el león que le guía. Dice: [1].
Nunca con menos afán
he caminado camino,
y, a lo que yo imagino,
no está muy lejos de Orán.
¡Gracias te doy, rey divino!
¡Virgen pura, a vos alabo!
Yo ruego llevéis al cabo
tan extraña caridad;
que, si me dais libertad,
prometo seros esclavo.
Vase, y en la cuarta jornada salen dos cautivos: Pedro y Saavedra.
- ↑ Debía de terminar la jornada tercera con la escena anterior, en alguna otra versión.