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en otros siete mil quedó empeñado.
¡Oh, caridad extraña! ¡Oh sancto pecho!
Entran tres Esclavos, asidos en sus cadenas
esclavo primero
¡Qué buen día, compañeros!
La limosna está en el puerto.
Mi remedio tengo cierto,
porque aquí me traen dineros.
[esclavo segundo]
No tengo bien, ni le espero,
ni siento en mi tierra quien
me pueda hacer algún bien.
[esclavo tercero]
Pues yo no me desespero.
[francisco]
Dios nos ha de remediar,
hermanos; mostrad buen pecho,
que el Señor que nos ha hecho
no nos tiene de olvidar.
Roguémosle, como a padre,
nos vuelva a nuestra mejora,
pues es nuestra intercesora
su Madre, que es nuestra Madre;
porque, con tan sancto medio,
nuestro bien está seguro:
