Séte decir, señor, que no hay soldado
que no te tema juntamente y ame;
y porque ese valor tuyo extremado,
de Antártico a Calixto [1] se derrame,
cada cual con feroz ánimo osado,
cuando la trompa a la ocasión les llame,
piensa hacer en tus servicios cosas
que pasen las hazañas fabulosas.
Primero es menester que se refrene
el vicio que entre todos se derrama;
que si éste no se quita, en nada tiene
con ellos que hacer la buena fama.
Si este daño común no se previene
y se deja arraigar su ardiente llama,
el vicio sólo puede hacernos guerra
más que los enemigos de esta tierra.
«Manda nuestro general
que se recojan armados
luego todos los soldados
en la plaza principal,
y que ninguno no quede
de parecer a esta vista,
so pena que de la lista
al punto borrado quede.»
- ↑ La ninfa Calixto, cuya historia se halla en Ovidio, Met., 1t.