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por más reglada mano y fuerto pecho.
Avergonzaos, varones esforzados,
porque, a nuestro pesar, con arrogancia,
tan pocos españoles, y encerrados,
defiendan este nido de Numancia.
Diez y seis años son y más pasados
que mantienen la guerra y la ganancia
de haber vencido con feroces manos
millares de millares de romanos.
Vosotros os vencéis, que estáis vencidos
del bajo antojo y femenil, liviano,
con Venus y con Baco entretenidos,
sin que a las armas extendáis la mano.
Correos agora, si no estáis corridos,
de ver que este pequeño pueblo hispano
contra el poder romano se defienda,
y, cuanto más rendido, más ofenda.
De nuestro campo quiero, en todo caso,
que salgan las infames meretrices,
que de ser reducidos a este paso,
ellas solas han sido las raíces.
Para beber no quede más de un vaso,
y los lechos, un tiempo ya felices,
llenos de concubinas, se deshagan,
y de fajina y en el suelo se hagan.
No me huela el soldado otros olores
que el olor de la pez y de resina,
ni por golosidad de los sabores
traiga siempre aparato de cocina:
que el que usa en la guerra estos primores
muy mal podrá sufrir la cota fina;